Raúl Aníbal González Higonet: "El loco del martillo"



La leyenda de un psicópata que atemorizó Lomas del Mirador en los años 60. Su modus operandi se basaba en atacar mujeres solas y robarles, pero fue demasiado lejos.


Fue en el verano de 1963. Muchas familias veraneaban en Mar del Plata, ajenas a lo que ocurría en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, pero especialmente en La Matanza, donde aparecía y desaparecía como un fantasma un misterioso hombre con un martillo en la mano.

El 14 de enero de 1963, Emilia Ortiz dormía en su casa cuando un individuo entró y la atacó a martillazos hasta que se desvaneció. Sufrió severos hematomas en el rostro. Al despertar, se dio cuenta de que además le habían robado unos pocos pesos y algunas prendas de vestir, no mucho. Unos días más tarde, hizo lo mismo en la casa de la señora Torretti y después siguieron siete ataques más.
Los diarios de la época habían comenzado a informar sobre extraños y violentos robos a mujeres solas. Fueron nueve en total, en los que las víctimas sobrevivieron. Un robo tras otro. Y todos con una particularidad: habían sido atacadas a martillazos, aparentemente con la misma herramienta.

El dia

El desastre se desató a partir del 8 de marzo de 1963. Esa noche ingresó a la casa de Rosa de Grosso de 65 años, una inmigrante italiana. Rosa era diferente a las demás victimas: Estaba acostumbrada a pelearle a la vida, no iba a dejar que le quitaran lo que era suyo. Esa vez hubo resistencia y luchó hasta el final. Sorprendido, aquel sujeto blandió el martillo con furia y golpeo sin pausa a su víctima hasta que sintió como la maza de acero fracturaba el parietal de Rosa y acababa con su vida.
En ese momento, el temido ladrón ahora asesino, sintió algo distinto, que lo transformó en una máquina de matar.
Tal vez eso le produjo algún tipo de placer, ya que cuatro días después (El día 22 de marzo), su martillo le dio a Virginia González, de 80, el mismo destino que a Rosa de Grosso.
Su ultima victima fue Nelly Mabel Fernández, de 55 (al dia siguiente del crimen de Virginia). Estuvo parado frente a su casa y esperó a que las luces se apagaran. Una vez hecho, metió su mano en el bolsillo, cerró su mano alrededor del sucio y ensangrentado mango del mortal instrumento, lo apretó con firmeza, cruzó la calle y entró en la oscura casa.

La investigación

La muerte de Nelly Fernández desato una psicosis generalizada.
Por esos días, los diarios de la tarde publicaban con lujo de detalles los ataques de “El Loco del Martillo” y el temor en la población llegó a niveles demenciales: había recorridas de vigilancia realizadas por los vecinos y se registraron intentos de linchamientos de personas que, falsamente, eran señaladas como el asesino serial. Las mujeres no querían salir de sus casas. Las fábricas autorizaban a las mujeres a salir antes de que anochezca por temor de cruzarse con el asesino.

La preocupación llegó hasta el mismísimo presidente Arturo Illia. La Policía difundió un identikit: el matador es un joven con bigote, pelo ondulado y un rostro digno de la galería tremebunda de Lombroso. Los vecinos se arman con garrotes y cuchillos. En la furiosa cacería golpearon a dos inocentes cuyo único delito era tener bigote y pelo ondulado.


El hallazgo

La búsqueda duró poco. Aquel loco no era demasiado listo. Aníbal Raúl González Igonet, un changarín del Mercado Central, le había contado a un ocasional compañero de borrachera cómo había hecho para conseguir los pesos que destinó para comprar un par de damajuanas de vino. Ese fue el dato que llegó a los oídos de un comisario de entonces.
El 30 de marzo de 1963, una comisión integrada por policías federales y bonaerenses lo capturó en su casa de Lomas del Mirador. Era alto, delgado, tenía bigote, pelo ondulado, una bolsa de arpillera en la que llevaba una sevillana y usaba un pantalón que le quedaba grande, que había tomado en uno de sus atracos. Al lado de su vivienda precaria, en un baldío, hallaron el martillo ensangrentado.

El asesino

Raúl había nacido el 11 de noviembre de 1937. Era el más chico de siete varones y además tenía cuatro hermanas. Su padre había quedado hemipléjico cuando él era aún un nene, por lo que su madre, que no lo podía alimentar, lo entregó a un instituto de menores o “reformatorio”, como le decían por entonces.
En mayo de 1957, con veinte años recién cumplidos, fue enviado a la cárcel de Rawson acusado de distintos robos. Allí permaneció, realizando trabajos forzosos, hasta el 15 de diciembre de 1962. Regresó a Lomas del Mirador. Tenía 25 años. Por esos días consiguió algunas changas en el Mercado Central, también se dedicaba a la albañilería.

El arresto

Sólo quería robar. Las maté para no dejar testigos”, dijo. Y declaró que no había querido matar, que lo que buscaba era un poco de plata. “No sé por qué lo hice, a veces me parece que no lo hice. Elegí a mujeres porque eran las que menos peligro presentaban. No odio a las mujeres, no quise matar a ninguna y les pegué porque tenía miedo de que gritaran”, fue su confesión.
El hijo de Grosso fue hasta la comisaría y descubrió que Higonet tenía puesto un saco suyo, que había sido robado durante el crimen.

“Cayó en su trampa el hombre del martillo”, tituló la revista Así en una edición especial que le dedicó a la caída del salvaje criminal. La caída de un canalla.
En la tapa el título era: “Crímenes y amores del Loco del Martillo”. La teoría era que odiaba a las mujeres porque había sido abandonado por su novia, pero él desmintió esa versión con una frase: “Nunca tuve novia”. En las fotos, el Loco aparece acurrucado, vestido con harapos, con los ojos cerrados y una mueca de desilusión.

El Loco lloró hecho un bollito ante la presencia del periodista de policiales, que sintió pena por el desgraciado.
“El drama de la madre del vampiro humano conmueve. Como una estampa de la Madre Dolorosa, la señora Elisa no puede creer la tragedia que ha desatado su malviviente hijo”
El diario La Nación lo llamó "un imbécil amoral con las facciones de un animal hambriento".

Juicio

El 12 de abril de 1967, el entonces juez Pedro Heguy lo condenó a reclusión perpetua más accesoria legal por tiempo indeterminado.
Los psiquiatras forenses lo consideraron un psicópata perverso y lo calificaron como asesino serial, que mataba por el placer que le provocaba matar, más allá de los robos que había cometido. González Igonet fue llevado a la Unidad Penal de Sierra Chica, donde pasó cuatro décadas, y luego fue derivado a un penal para personas mayores en la localidad de Gorina, en La Plata.


El fallo

En marzo de 2006, logró su libertad gracias a Ariel García Furfaro, un ex convicto que se recibió en la cárcel.
El caso de González Igonet demuestra que la permanencia en prisión depende de los recursos del encarcelado. Porque no tenía dinero para contratar a un defensor y, por lo tanto, ningún abogado siguió su caso. La reclusión perpetua con la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado casi nunca significa que el condenado permanezca en la cárcel durante más de 25 años. A partir de ese momento se suele pedir una junta médica para que evalúe si el preso está en condiciones de salir, más todavía si se considera que El Loco del Martillo lleva 21 años consecutivos con conducta
10.
Una jueza platense decidió otorgarle el beneficio de la libertad condicional. La medida fue dictada por la titular del Juzgado de Ejecución Penal número 1 de La Plata, Claudia Matilde Marengo, quien, con su fallo, "sentó jurisprudencia", explicaron los voceros.

El fallo de la jueza Marengo sentará jurisprudencia y puede beneficiar a otros presos condenados a más de 25 años de prisión, aún cuando sean reincidentes.
Así lo expresó el abogado de González Higonet, al destacar que el fallo de la jueza Claudia Matilde Marengo "crea jurisprudencia, revela una gran sensibilidad y cumplimiento de la ley".
"A pesar de que González Higonet era reincidente, ya que había purgado cinco años de prisión por robo antes de ser condenado por los tres crímenes, la jueza tuvo en cuenta la gran cantidad de años que pasó preso y otorgó la libertad condicional", remarcó.

El letrado afirmó que "la reincidencia no fue un obstáculo, por lo que esto sentará jurisprudencia y muchos presos podrán beneficiarse con este fallo".
"Hace un año que asisto a González Higonet y a otros presos ancianos del penal de Gorina que padecen abandono legal y afectivo", relató el abogado, quien también estuvo preso por lesiones y completó en prisión la carrera que había iniciado en la Universidad de Buenos Aires.
García atribuyó a la desidia judicial el hecho que "El loco del Martillo" haya pasado en prisión 48 años, y no 43, ya que estuvo 5 años preso por otro robo y luego 43 por los tres crímenes a martillazos de mujeres."González Higonet debió haber recuperado su libertad hace 25 años. Nadie pasa 48 años preso ", aseguró.

Allegados al caso, que lo convirtió en una verdadera "leyenda viviente", indicaron que los distintos juzgados por donde pasó la causa le rechazaron la libertad condicional desde el año 1983.
"Y él siempre insistió en que era inocente y que debió aceptar la culpabilidad cansado de los tormentos a los que habría sido sometido", relató un vocero.

Minutos antes de quedar en libertad, González Higonett dijo lacónicamente, como explicación: "Me obligaron a firmar la declaración; me «picanearon»". Pero no quiso hablar de aquella supuesta sesión de tortura.
Sobre sus hermanos comentó; "No sé. Deben quedar tres o cuatro", y luego dijo que sólo mantiene contacto con Elsa, su hermana cinco años menor que él. Elsa lo recibiría en su casa, en González Catán, dos horas más tarde. "Ella siempre estuvo. Todos los meses. Nunca dejó de visitarme; ni siquiera cuando estuve en Sierra Chica. Estuve 36 años en Sierra."
Los otros hermanos le enviaban cosas a la cárcel, pero no lo visitaban. Su madre, Elisa, sí, hasta que murió. "No sé si fue en el 72 o en el 73. Fue la última vez que me visitó". No les guarda rencor a los que no lo visitaron. O eso dice. "Hacían lo que podían." Parece que reserva hiel para los que lo enviaron a la cárcel. "Muchos deben estar muertos... Pero quiero hundirlos igual".


La libertad

Llegó un guardia y le dijo que podía irse.
A las 18.50, salió de la Unidad Nº 12, de Gorina. No fue facil: Tenía ya 69 años estaba muy delgado y frágil, de rasgos filosos y mirada miope. Habla poco y conserva la misma mueca de martirio que tenía cuando lo cazaron como si fuera un lobo feroz. Ya no usa bigote y su cara tiene más arrugas que su saco apolillado. Sus lentes estaban pegados con cinta adhesiva.  Lo primero que hizo cuando salió a la calle es cubrirse la cara del sol. Camina encorvado ayudándose con dos bastones por un cuadro de artrosis y otro de hipertensión arterial, aunque su resumen de historia clínica dice que su estado general "es bueno". A veces se detenía, apretaba los maxilares, cerraba los ojos, respiraba hondo, y decía: "Es la artrosis". Hasta que un auto se lo llevó. Decía sentirse "En un plato volador".
El hombre fue despedido por sus 92 compañeros de la cárcel y recibió una pensión graciable del ministerio de Justicia bonaerense, que le garantizó los recursos necesarios para una adecuada asistencia física y psicológica.
Si libertad no duró mucho. Un año después murió de un paro cardíaco. “Quiero volver a la cárcel”, le dijo a su hermana días antes de morir. Aseguraba que ahí "estaba mejor"



En resumen: El loco del martillo Se trataba, de un muy particular asesino serial no muy astuto. Que entraba en casas de mujeres solas para robar lo que encontrara a mano. Nunca intentó un ataque sexual, robaba muy poco y golpeaba con el martillo. A pesar de las pruebas fehacientes que lo incriminaban y de confesar los crímenes, empezó a decir que era inocente cuando ya nadie se acordaba de él. No hay fotografías de él ni los titulares la época de su detención por internet (quizás se perdieron o están guardadas en algún lugar) las únicas fotos que existen de Higonet son las que le sacaron cuando estaba saliendo de la cárcel.





Hay que decir que ostentaba un récord y mil historias: era el preso más antiguo de todo el sistema penitenciario del país.

Hay quienes aseguran que podría ingresar a la galería de los asesinos mas famosos de Argentina.

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