Norma Mirta Penjerek








Norma Mirta Penjerek tenia 16 años cuando salió de su casa para ir a su clase de inglés, pero jamás volvió. A partir de allí todo se convertió en misterio. Se habló de drogas, secuestro, prostitución, abandonos, suicidio y hasta espias nazis



Norma Mirtha Penjerek nació en 1949, le decian "pipi". Vivía con sus padres en la calle Juan B. Alberdi 3252, Dpto D, del barrio de Flores, en la Capital Federal.Era la única hija de Enrique Penjerek, empleado municipal, y Clara Breitman, enfermera de ascendencia judía. Los Penjerek eran una familia de clase media, de origen judío y practicantes devotos de la misma. "Pipi" cursaba el quinto año del Liceo de Señoritas N° 12 y soñaba con estudiar odontología.
 








Eran las siete de la mañana del 29 de mayo de 1962 el termómetro marcaba una décima de grado bajo cero: era el día más frío del año

- Mamá, me voy a inglés – le dijo Norma.
- Pero Pipi, con este frío… Encima hoy hay paro de la CGT (confederacion General del Trabajo) ¿Vas a hacer veinte cuadras caminando? Por favor abrígate – le dijo la madre dubitativa, algo dentro suyo le decía que Norma ese día debería quedarse en casa.
- Mamá, no pasa nada. En una hora estoy de vuelta. ¿Podemos cenar milanesas hoy
?




A Norma Mirta, como a toda chica de su edad, la casa la oprimía. ¿Quedarse en su cuarto, escuchando el último disco de Elvis Presley? ¿Escribiendo en su diario poemas, pensamientos, fantasías, con esa letra redonda y prolija? Pero a Norma Mirta, esa muchacha de mirada soñadora, ¿Qué le importaba de la CGT?
Además, cuando había paro, los dueños manejaban los colectivos.
Norma Mirta volvió del colegio, almorzó, hojeó alguna revista, agarró sus libros, envolvió su cuello en una bufanda de lana y, pese a la insistencia de su madre para que no lo hiciera, a las cinco y media de la tarde salió a la calle, rumbo a su clase particular, en la avenida Boyacá 420, a 17 cuadras de distancia.
Norma llego a su clase a las 18:30, horario que posteriormente confirmaría su profesora Perla Staszver de Prilleltenski. Esa tarde, la señorita Perla, la notó un poco lánguida, como preocupada por algo. Al menos eso es lo que recordaría.
Eran las ocho menos veinte cuando terminó la clase. Veinte minutos después, Norma Mirta tendría que haber estado en casa. La señorita Perla era profesora de inglés en el colegio Cinco Esquinas y daba clases particulares en su casa ¿Le había dicho algo Norma Mirta aquella tarde? Sólo después, cuando pasó todo, a la profesora le pareció que la muchacha estaba preocupada.
De Boyacá al 400 hasta la casa de los Penjerek, en la avenida Juan Bautista Alberdi 3252, hay unas 17 cuadras. ¿Qué camino hizo Norma Mirta? ¿Acaso subió a un colectivo 76, que -por el paro- pasaba cada muerte de obispo? ¿Caminó? ¿Hubo algún incidente en aquella tarde que ya era noche invernal?

La desaparición

Eran las nueve de la noche, Norma aún no había llegado. Su madre, preocupada, comenzó a llamar hizo lo que hacen todas las madres: comenzó a llamar a sus amigas y compañeras. La respuesta era la misma: No, señora, yo no la vi
La última esperanza de los padres era una chica llamada Aída Robles, la amiga íntima de Norma Mirta. Pero Aída no sabía nada.
Enrique, el padre de Norma,  no aguantaba más. Cerca de la medianoche concurrió a la comisaría 40ª a denunciar la desaparición de su hija, que fue tomada de manera inmediata.


¿Cómo iba vestida?
Una pollera gris tableada, un blazer azul, medias blancas.


Se descartó que hubiera sufrido un accidente: ni en los hospitales ni en las clínicas había señales de Norma Mirta. Sencillamente, la ciudad se la había tragado.  Se revisaron todas las opciones, tratando de encontrar alguna pista sobre lo que pudo haberle sucedido, pero, no consiguieron nada, que heche un poco de luz sobre su paradero.

A los diez días, la familia publicó una solicitada con la foto de Norma Mirta: "Se busca", la manera en que se encontraba vestida y el teléfono de contacto. Pidiendo información sobre su paradero.

Hubo de todo. Gente bien intencionada, aunque equivocada. Pero, también, pervertidos, mitómanos, oportunistas, etc. Uno de ellos pidió 2.000 pesos por la información que poseía. Se comprobó que no poseía ninguna, y quedó detenido por tentativa de extorsión.
A pesar de los esfuerzos familiares, y la poca participación policial, la desaparición de Norma, caía en un profundo misterio.


Un macabro hallazgo

El domingo 15, un perro había olfateado algo en unos terrenos baldíos de Llavallol, en el sudoeste del Gran Buenos Aires. Un objeto extraño asomaba en el fango. El perro pertenecía a un guardián del Instituto Fitotécnico de la Universidad Nacional de La Plata. El hombre tardó en reconocer esa forma. Eran los dedos de una mano. El lugar no podía ser más lóbrego: unos potreros usados para experimentar cultivos. Personal de la comisaría de Llavallol concurrió inmediatamente y desenterró el cadáver, ya muy descompuesto, de una mujer desnuda.
Los primeros pasos fueron sumamente torpes. Aquellos policías provinciales actuaron con poco profesionalismo, según críticas que se formularon luego. No se interrogó al guardián, ni se acordonó la zona, que fue descuidadamente pisoteada. Cerca del cuerpo se encontraron algunas prendas de vestir. Un pulóver marrón, una enagua celeste, y un corpiño, mismas que no se analizaron.
La escena del crimen fue alterada y, sumado al lugar donde se encontraba el cadáver, ayudó también a alterar el cuerpo, cosa que dificultaría mucho poder determinar el tiempo de la muerte y también su identidad.


El 16 de Julio, mas de cuarenta días después de la desaparición, sonó el teléfono en casa de los Pinjerek, y algo les hacia presentir que podría haber malas noticias.
En el llamado, le informan a Enrique que se había encontrado un cuerpo femenino, y necesitaban de su presencia, para verificar, si el mismo podría ser de Norma.


La autopsia


El cuerpo fue trasladado para una primer autopsia y reconocimiento al hospital Gandolfo, en la localidad de Lomas de Zamora. Horrorizados, los padres fueron a la morgue de La Plata. Tal era el estado del cuerpo, que para Enrique, el padre de Norma, fue imposible hacer el reconocimiento.
La primera autopsia y el examen médico forense determinaron  lo siguiente:

*Se trataba de una joven de  1,65 de estatura, y entre 20 y 30 años de edad.
*Había sido estrangulada con un alambre, y le habían seccionado la vena cava superior con un instrumento cortante.
*Las huellas, se encontraban tapados por un pañuelo que la victima tenia en su cuello.
*Respecto a la antigüedad de la muerte, señalaron entre 10 y 15 días del hallazgo, aunque el estado general del cadáver, simulaba mucho mas, lo que daba una data de muerte de los primeros días del mes de Julio.

Casi tres meses después de la desaparición de Norma, el 22 de agosto, Una segunda autopsia, realizada por el doctor Antonio Lara, rescató una huella dactilar, la del dedo anular de la mano izquierda. Según este forense, era la única huella reconocible. La comparó con la ficha dactiloscópica de Penjerek. Eran idénticas. Según esta autopsia, la muerte se habría producido el 6 de julio, con un margen de 48 horas en más o en menos. O sea: entre el 4 y el 8 de julio de 1962.

Quedaba la posibilidad, no muy habitual en esa época como el reconocimiento odontológico, y dado que Norma, se había hecho algunas reparaciones dentales, el padre, propuso llamar a su odontólogo particular, para que verifique, si era Norma, el cadáver que habían hallado.
El viernes 24 de agosto, Marcelo Maneffa, el odontólogo particular de la familia, reconoció la dentadura y terminó verificando la identidad del cuerpo que seria el de Norma Mirta Penjerek. Myriam, una prima de Norma, reconoció el pañuelo alrededor del cuello como un regalo que ella le había hecho.


Con este testimonio, la Justicia dictaminó que el cadáver de Llavallol era el de Penjerek. La causa por homicidio recayó en el juzgado del doctor Alberto Garganta, en los tribunales de La Plata. El 25 de agosto de 1962, el cuerpo fue devuelto a la familia.

Norma Mirta Penjerek fue sepultada en el Cementerio Israelita de La Tablada (fila 3, manzana 45) Una multitud acompañó el féretro a su última morada.



La investigación

La investigación, que fue bastante deficiente durante la inspección del lugar del hallazgo, durante el primer año no arrojó ningún resultado.

Un año después, el 15 de julio de 1963, fue detenida en la estación de trenes de Constitución, María Sisti, una prostituta de 23 años. El operativo estuvo a cargo del comisario Jorge Colotto, acusado años después de ser uno de los integrantes de las Tres A. La detenida declaró: "Yo sé quién mató a la chica Penjerek"




Fue allí cuando el caso ganó la tapa de todos los diarios. Según Sisti, el responsable de la muerte de la chica era el señor Pedro Vecchio, un comerciante de Florencio Varela, dueño de una zapatería conocida con el nombre de "La Preferida". El relato abundaba en datos escabrosos. Vecchio sería el jefe de una banda de trata de blancas dedicada a proveer de jovencitas a políticos y empresarios. Las orgías, acompañadas de drogas y otras bellezas, se celebraban en el chalet "Los Eucaliptus", de la localidad de Bosques. La socia de Vecchio era la señora Laura Muzzio de Villano, dueña de una boutique ubicada a pocas cuadras de "La Preferida".
Pedro Vecchio estaba considerado como un vecino modelo de Florencio Varela. Tenía al momento de la denuncia cuarenta y siete años, era viudo y estaba a cargo de sus dos hijas. Acababa de ser elegido concejal por el partido Unión Vecinal dirigido por el caudillo peronista Juan Carlos Fonrouge. Tambien tenía un Kaiser Carabela verde claro.

Según la declaración de María Sisti, Vecchio y cinco o seis cómplices reclutaban menores a quienes corrompían con drogas. Sisti había participado de una de dichas orgías. Allí había visto a varias chicas. Entre ellas, a Norma Mirta Penjerek.

La hipótesis era que Vecchio la había secuestrado, drogado, obligado a participar en orgías, y luego matado. Todo había empezado porque una prostituta lanzó el dardo y desde allí todo parecía encajar de acuerdo a esa versión.

La socia de Vecchio en el infame negocio, Laura Villano, sindicada como “madama”, fue detenida, y al parecer acabó confesando. Tres prostitutas que habían participado de dichas fiestas fueron detenidas y también confirmaron la historia, que poco a poco fue filtrándose a la prensa. Allanada la finca, los peritos aseguraron que unas letras trazadas en la pared del chalet coincidían con la escritura de Norma Mirta Penjerek.



El escándalo ganó la calle. El tema fue tratado en el Congreso y el ministro del Interior se refirió a él. Un plenario de la CGT promovió una declaración al respecto. La leyenda de que la droga andaba por la calle asustó a padres y madres. El cine aprovechó la bolada y se filmó una película con Jorge Salcedo, Tita Merello y un jovencísimo Sergio Renán. Las madres le decían a las hijas antes de ir a un baile o una fiestita colegial: “Nena, tené cuidado que no te pongan nada raro en la copa y terminés como la Penjerek


Cada día, nuevas revelaciones conmovían a la opinión pública con detalles truculentos: Vecchio habría salido a "cazar" jóvenes aquel 29 de mayo. Según María Sisti, Vecchio y sus cómplices levantaron a Penjerek y, tras drogarla, la entregaron a un cliente. Luego le sacaron fotos. Vecchio -siempre según Sisti- habría estrangulado y acuchillado a Norma Mirta en Los Eucaliptos cuando ella quiso resistirse a que siguieran drogándola. Envolvieron el cuerpo en una manta y lo escondieron en el sótano del chalet de Bosques. Sólo cuando empezó a descomponerse y temieron que el hedor advirtiera a los vecinos, lo llevaron a un descampado de Llavallol, donde quedó semienterrado.
El diario Crónica, dirigido por Héctor Ricardo García, pasó de vender veinte mil ejemplares a cien mil. La Razón no se quedó atrás. Vecchio fue tema de canciones populares, se le atribuyó practicar el vampirismo y en las caricaturas se lo veía con capa oscura y colmillos.

Los hechos confusos

Las investigaciones, sin embargo, no pudieron probar nada.

Pedro Vecchio no fue encontrado en su domicilio, había huido. Sin embargo, el 23 de septiembre se presentó espontáneamente a la policía, alegando su inocencia. Según sus palabras, jamás había visto a Norma Mirta Penjerek.

La historia tuvo otra vuelta de tuerca. Esta vez el protagonista fue el fotógrafo José Luis Fernández, quien odiaba a Vecchio porque había protegido a su hija Ángela cuando ésta abandonó la casa. Fernández fue quien hizo circular la versión del traficante de drogas y tratante de blancas. La propia Sisti admitió luego que Fernández le había pagado cincuenta mil pesos para que involucrara a Vecchio. Vecchio había quedado en libertad al comprobarse que los supuestos paquetes de droga eran sólo cajas de zapatos.
No concluyó allí el tema. El mítico comisario Evaristo Meneses, dirá años después que Vecchio era efectivamente un tratante de blancas y que su socio era nada más y nada menos que el señor Penjerek.


Según se sabe, Vecchio siguió vendiendo zapatos como siempre en Florencia Varela. Nunca quiso hablar del caso. Durante años atendió su zapatería La Favorita, de España y Presidente Perón. Hoy solo su hija Martha está al frente del comercio de Espala y Sallarés. Murió en el 2007 con 94 años de edad.


Adolf Eichmann





Cuando todo parecía haberse dicho sobre la desaparición de Norma Penjerek, el caso tomó otro giro inesperado. El 23 de agosto de 1963, el desaparecido matutino "El Mundo" lanzó una versión sorprendente: el caso de Norma Penjerek habría sido una represalia de un grupo de ultraderecha por el secuestro y envío a Israel del jerarca nazi Adolf Eichman.
Esta versión ligaba a una anónima adolescente porteña con uno de los máximos responsables del Holocausto.

Enrique Penjerek, destacado miembro de la colectividad judía porteña, habría sido el informante anónimo del grupo comando israelí que, en mayo de 1960, había llevado a cabo la Operación Garibaldi, secuestrando a Eichman y enviándolo a Israel para su juzgamiento por crímenes contra la humanidad.


Nada de esto ha sido probado.





La duda que sigue



Hubo algo que jamás pudo aclararse del todo:

¿El cuerpo hallado, es el de Norma Mirta Penjerek?
Aunque la huella dactilar y la dentadura así parecieron demostrarlo, algunas inconsistencias son significativas:

*Mirta medía 1,54 m. Mientras que el cuerpo tenía 1,65 de estatura
*Mirta tenia 16 años. El cuerpo pertenecía a una mujer de entre 20 y 30 años de edad.
*Ninguna de las prendas halladas pertenecían a Mirta
*Los padres, cuando concurrieron a la morgue, el cuerpo no les recordó en nada a su hija.



Posibles hipótesis


* Mirta, habria sido secuestrada por un grupo Pro-Nazi, en venganza
* Se dijo que un tío de la menor desaparecida la había Llevado a Israel y que el cuerpo encontrado no era el de ella, pues no se había establecido fehacientemente -en forma técnico-dactiloscópica- su verdadera filiación. Nunca pudo confirmarse, pero aparentemente ningún tío de Norma Mirta había efectuado tal viaje. Y si no, ¿Quién es la muerta?
* La íntima amiga de Mirta. Silvia Ciano, declaró que dos días antes de su desaparición habían ido al cine juntas. Algunos policías sostuvieron que no era cierto. Habían salido en compañía de dos ‘amigos’. Se Ilegó a suponer que uno de ellos sería el autor. Nunca pudo determinarse a ciencia cierta.
* Mirta pudo haber solicitado a algún conocido que la llevara hasta su domicilio. Durante el viaje habríase producido una incidencia, pues el amigo la habría hecho objeto de malos tratos y ‘se le fue la mano’. Las pesquisas encaminadas en esa dirección tampoco fueron positivas.
* También llegó a asegurar que Mirta. había discutido con sus padres -de allí sus nervios en la clase de inglés previa a su desaparición- y habría resuelto ir a vivir con un muchacho del cual estaba enamorada. El, al ver la trascendencia que le daban los diarios a ‘el caso’ resolvió eliminarla
*Han esbozado, incluso, la posibilidad de un suicidio, como consecuencia de una desilusión amorosa
Estas fueron las teorías a que se aferraron los investigadores. Una a una fueron descartándolas.
Consultados en los últimos días los responsables de la investigación en sus distintas fases, casi todos estuvieron de acuerdo en una respuesta: 'El crimen no fue esclarecido porque estuvo muy manoseado'
Lentamente el caso fue cayendo en el olvido. Sus padres visitaron rutinariamente la supuesta tumba de su hija durante algunos años, y en algún momento dejaron de hacerlo'.

Los padres de Mirta vendieron el departamento de la avenida Juan Bautista Alberdi y alquilaron otro, más pequeño, en la avenida Independencia. Viajaron a Israel entre tres y cinco meses al año, casi todos los años, hasta que murieron. El, posiblemente en 1985. Ella, Clara Breitman, en 1988.
Ambos están enterrados en el cementero de La Tablada, al lado de los restos que nunca se sabrá a ciencia cierta si son o no los de su hija Norma. En el nicho donde se encuentra enterrada la madre de Mirta apareció un mensaje: "Ya voy a encontrar a los malditos que me arrancaron a Pipi"


Los familiares más directos que quedan son cinco primos hermanos. Uno vive en Estados Unidos, otro en Canadá, un tercero en Israel y los dos restantes en Argentina.





Muchos de sus tíos se fueron a vivir al extranjero, como Israel. Y a mediados de la década del 70 el caso se cerró definitivamente.




Mirta estuvo en otra parte




Hace pocos años, el único pariente de Norma Mirta que vive en Argentina, un primo, cuando se cumplieron 50 años de la desaparición, contó que el caso no tuvo que ver con Eichmann, sino que el matrimonio Penjerek eran unos sayamin (colaboradores) del Mossad y que llegó un momento en que tenían que preservar la vida de su hija y la enviaron a Israel, a un kibutz donde la cuidaron familiares.   
Esta versión se la confirmó al primo de Norma Mirta un tío, que una vez le dijo que sí, que tanto él como su exesposa habían cuidado a una sobrina argentina y que luego esta piba (la edad coincidía con la de Mirta) se cambió el nombre y nunca más se supo de ella.

En una entrevista declaró
¿Usted cree que el cuerpo aquel era el de su prima?
No. Todavía hoy creo que aquel cadáver no era el de Norma. Estoy seguro de que no era ella.
Su tío Enrique, el papá de Norma, pareció finalmente convencerse de que a su hija la habían secuestrado y asesinado, y prácticamente aceptó los hechos como se presentaron.
Eso fue en público. En privado, uno de mis hermanos, que se retiró como comisario de la Policía Federal, le preguntó qué pensaba del caso y mi tío le dijo que él seguía buscando a nuestra prima viva...
¿Por qué no lo diría públicamente, exigiendo una investigación más completa?
Tal vez porque convenía que todo quedara así...

En 2005, el primo que vive en Israel llegó a visitar a Chacho a su casa del oeste del conurbano. "Hablamos de la vida y él me dijo que tuvo que separarse de su primera mujer porque la familia le había encargado cuidar a una chica de 17 años que tuvo un problema en la Argentina y se fue a un kibutz, en la ciudad de Haifa. Le pidieron que por favor se hiciera cargo, porque ella no conocía a nadie en Israel..."
Y usted piensa que esa chica podía ser Norma Penjerek...
Claro. Se lo pregunté un tiempo después y me lo negó, pero nunca quedó claro quién era ella. Ahí me puse a pensar en los viajes de mis tíos a Israel durante tantos meses, casi todos los años, luego de que Norma desapareciera...
Esa chica –contó el primo que la tuvo a su cargo en Haifa– creció, formó pareja y tuvo una hija que ahora podría tener cerca de 40 años.
¿Aquella adolescente “escondida” en un kibutz por la familia vive aún?
No. Mi primo me asegura que falleció hace unos años, creo que por una enfermedad.

Nunca se supo a ciencia cierta qué pasó con Norma Mirta.
Las hipótesis no encontraron asidero, y la desaparición de Mirta pasó de la sección de policiales a los libros de historia.






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