Juan Pedro Martinez Gomez: El niño de Somosierra



Un accidente en la carretera terminó en tragedia y al mismo tiempo iniciaría uno de los mayores misterios de España.


El hecho
Sucedió el 24 de junio de 1986. Alrededor de las 6:00 de la mañana, un camión Volvo F-12 que llevaba 20.000 litros de ácido sulfúrico casi puro para uso industrial, circulaba entre 15 y 20 kilómetros por hora por la antigua N-I, pasó a descender 110 km por el peligroso Puerto de Somosierra, al norte de Madrid, España.


La velocidad en la que iba era una locura. El conductor sorteó tres camiones que circulaban en su misma dirección, pero falló al intentar esquivar un cuarto en sentido contrario.
Unos segundos más tarde, lo inevitable sucede y el Volvo se estrelló con otro camión que venía en la dirección opuesta a la velocidad asombrosa de 140 km / h. Con el vuelco del camión derramando su contenido sobre la carretera se crea una nube tóxica que cubre el área inmediatamente.

Imagenes del accidente

Se puede llegar a leer "Andrés Martínez. Los Cánovas. Fuente Álamo"



En la parte trasera del tanque de carga, donde figuraba la advertencia de líquido inflamable, fluía un espeso reguero de ácido incoloro. Estaba haciendo surco en el suelo y bajaba rápido por el campo, provocando pequeñas explosionesLa Guardia Civil tuvo que actuar con rapidez para evitar males mayores. Los equipos de rescate centraron sus esfuerzos en la evacuación de los otros conductores lesionados y verter arena y cal sobre el ácido para neutralizarlo antes de que llegue al cercano río Duratón y cause un desastre ecológico. Tres horas más tarde, se recuperan los cuerpos de la cabina y los identifican fácilmente como Andrés Martínez, un camionero de Fuente Álamo, Murcia, y propietario del vehículo, y su esposa Carmen Gómez, que a veces le acompañaba en sus viajes. Ambos cuerpos ya estaban deteriorados por el vertido del ácido sulfúrico fumante (óleum). En cuanto al ácido, fue tomado en Cartagena la noche anterior y se esperaba que estuviera más tarde ese día en Bilbao, en el otro lado del país.

Andrés Martínez y Carmen Gómez


La Guardia Civil se comunica con María Legaz, la madre de Carmen, para informarle de la triste noticia. La mujer, entre lagrimas, hace una pregunta que sigue presente hasta el día de hoy:

-¿Y el niño? ¡Por favor, díganme que al menos el niño está bien!
-¿Que niño? -Preguntaron confundidos-
-¡Mi nieto!, ¿¡Dónde está mi nieto!?


Antes del accidente

Andrés era camionero de profesión. Hubo un tiempo en se dedicó a montar un campo, cosa que no resultó y volvió a la carretera. El camión lo había adquirido hace poco por 5 millones de pesetas. De vez en cuando en sus viajes solía acompañarlo su mujer Carmen y su único hijo Juan Pedro Martínez Gómez, de 10 años.

Juan Pedro Martínez Gómez
Aquel junio de 1986 empezaba el verano y Juan Pedro terminó el año escolar con buenas calificaciones. Como premio, los padres decidieron llevarlo en un tour de veraneo, el objetivo era viajar hasta el norte de España y recorrer el País Vasco. El viaje era largo (y más teniendo en cuenta que Andrés tenía que transportar un pedido) pero estaba la promesa de pasar unas vacaciones en aquel lugar y ver algunas vacas, la ilusión de Juan Pedro.

Juan Pedro junto a sus padres

Eran las Siete de la tarde del 24 de junio de 1986. Aquel día de San Juan, Andrés tenía que trasladar 25.000 litros de ácido sulfúrico hasta Bilbao,. Juan Pedro se subió al camión junto a sus padres y salieron de su Fuente Álamo natal (Murcia).

A las nueve de la noche pararon para cenar en la "Venta del olivo", cerca de Cieza. A las doce y doce minutos de la noche volvieron a detenerse media hora en la gasolinera de Las Pedroñeras, en Cuenca. A las tres de la mañana llegaron a otra gasolinera en la entrada de Madrid, la de Los Ángeles, en donde estuvieron una hora y trece minutos, que Andrés aprovechó para echarse una cabezada. Reanudaron el camino a las cuatro y trece minutos de la madrugada. Tras detenerse un par de minutos a las cinco de la mañana, a la altura de San Agustín de Guadalix, realizaron su última parada a las cinco y veinte de la madrugada, para desayunar en el Bar Aragón (Cabanillas de la Sierra) y después reemprendieron la marcha.



En la siguiente hora y veinte minutos, después de esa parada, se registraron hasta un total de doce paradas y un cambio brusco de velocidad sin motivo aparente, llegando a los 140 km/h. Para ese entonces el niño desaparecería.


La busqueda

El mensaje de María Legaz alertó a las autoridades. El examen de la cabina encontró cassettes para niños y ropa de niño en la zona trasera, pero no había rastro del niño. Levantaron el camión con una grúa para ver si se había caído al aire libre durante el impacto y el vehículo aterrizó sobre él (Juan Pedro estaría viajando sin cinturón de seguridad), pero él no estaba allí. De inmediato se emprendió una intensa y exhaustiva búsqueda con ayuda de la Cruz Roja y el vecindario. Varios grupos de la policía, estudiantes y militares peinaron la zona en busca del niño o sus restos por días. Los haces luminosos de las linternas escrutaron matorrales, recodos, montículos y hasta riachuelos. Se inspeccionó la sierra en un radio de 30 kilómetros a base de helicópteros y perros adiestrados. Incluso cavaron la arena y cal para comprobar si había sido pasado por alto y accidentalmente enterrado, pero lo único que encontraron fue una suela de un zapato que era de un tamaño idéntico a la talla de pie de Juan Pedro.

Las autoridades indagaron para ver si el niño aún viajaba con ellos o, si por un error, lo dejaron en algún lugar. Fue así que reconstruyeron la ruta seguida por el camión cisterna. Cuando se consultó a testigos el camarero Felipe Alhambra recordaría con todo detalle que a Andrés y Carmen les había servido unos cafés con leche y al niño un colacao y una bayonesa (un dulce de hojaldre y cabello de ángel). También dijo que el niño iba vestido de una forma muy llamativa ya que iba entero de rojo (llevaba un sweter y pantalón del mismo color). El testimonio confirmaba que Juan Pedro continuaba con sus padres al iniciar el ascenso a Somosierra.



La investigación

La noticia había corrido como polvora. El inusual hecho captó la atención de los medios y la gente que salía hacer teorías conspirativas, quienes ya lo bautizaban como "El niño de Somosierra"

Los titulares





Fue gracias al tacógrafo (recuperado casi intacto) en que pudieron saber los lugares donde estuvieron y hacer la reconstrucción. Las ultimas doce paradas no tenían sentido, la más corta duraba menos de un segundo y la más larga, la última cerca del punto más alto, alrededor de veinte. No había un atasco de tráfico en el momento que justifique esas paradas. La Guardia Civil había señalado que "de forma imprevista perdió la eficacia de su sistema de frenado" y que la causa del accidente fue la "avería mecánica" de ese sistema.

Por otra parte, el examen de la camioneta se encontró que, contrariamente a lo que todos habían asumido en el momento del accidente, los frenos del Volvo no fueron dañados en absoluto, y que Andrés Martínez iba a esa velocidad a propósito.





¿Bañado en acido?

Un experto del Departamento de Química del CSIC apuntó la posibilidad de que a Juan Pedro se hubiera disuelto en el ácido. Esta hipotesis quedó descartada ya que, en el supuesto de que la carlinga hubiera hecho el efecto de bañera y, como consecuencia, se hubiera descompuesto el cuerpo (se necesitan dos semanas para que se disuelva un trozo de carne), los huesos, convertidos en fosfato, habrían permanecido flotando sobre la solución. Además hay elementos como dientes, botones y otros muy difíciles de disolver en ácido.

¿Secuestrado?

Los conductores que aquella trágica mañana circulaban por dicha carretera declararon que habían observado una furgoneta Nissan Vannete blanca que precedía a toda velocidad al camión.
Dos vecinos de la zona atestiguaron que inmediatamente después del accidente y aprovechando la confusión y el caos propio del suceso, observaron a dos individuos de una altura considerable, de tez blanquecina y engullidos en unas batas blancas que les llegaban hasta los tobillos, salir de una furgoneta blanca, tipo Nissan Vanette, acercarse a la cabina del camión y posteriormente llevarse un gran bulto.

Previo a estas declaraciones, se desmontó lo que quedó del vehículo prácticamente pieza a pieza y se trasladó a un depósito de Cartagena. Un año después, se descubrieron restos de heroína en un hueco del camión. Esto, más las extrañas paradas, hicieron suponer que a Juan Pedro lo habían secuestrado por un asunto de droga.


Juan García Legaz, tío materno de Juan Pedro y exfuncionario del Ayuntamiento de Torre Pacheco, tiene indicios para creer esa teoría. El mismo afirmó; "Esa noche había un control policial al pie de Somosierra. Quizás una banda de delincuentes estaba trasladando algo, un alijo de drogas o algo así, y le pidieron a Andrés que llevara el paquete hasta un destino, a cambio de devolverle al niño cuando el trabajo estuviera hecho"


Una posible pista

En 1987 surgió un dato que hacia suponer que Juan Pedro estaba con vida. El dueño de una autoescuela del centro de Madrid aseguró que una anciana ciega iraní entró en su negocio preguntando por la ubicación de la Embajada de Estados Unidos. La acompañaba, a modo de lazarillo, un niño de 10 u 11 años, que hablaba con acento parecido al andaluz y parecía desorientado. Eso llamó la atención del dueño, ya que era un acento demasiado bueno para ser un niño iraní recién llegado a España. Dias despues, vio un reportaje en la televisión y reconoció rápidamente al niño. Se puso en contacto con las autoridades y les contó sobre este dato, pero no se presentó a declarar y la policía no lo investigó. Aún así esto alimentó las teorías del secuestro y la red de trafico de drogas.



Sin pistas

Los abuelos y tíos de Juan Pedro iniciaron una masiva campaña de búsqueda. Tras gastarse un par de millones de pesetas en una gran labor de rastreo tuvieron que solicitar ayuda para proseguir por toda la geografía nacional. Colocaron 85.000 carteles en calles y especialmente en fachadas de centros escolares, ayuntamientos, oficinas de correos, etc. Esperaban que la ciudadanía respondiera a tan angustiosa demanda de los familiares. Asimismo, contrataron al detective Jorge Colomar, especializado en desapariciones de personas y que ha conseguido importantes logros. Este mismo sostuvo la teoría del secuestro, pero no pudo encontrar nada mas. Curiosamente, tres de los testigos fallecieron poco después. Uno en un accidente de automóvil, un choque frontal, y dos más en un atropello.
Desde entonces, la policía ha recibido muchos avisos de gente que ha visto un niño vestido de rojo que camina por la orilla de la carretera, casi siempre en las afueras de diferentes poblaciones rurales cercanas a Somosierra. Pero esto jamás lo tomaron como valido.

Como suele suceder en estos casos, al no tener algo nuevo todo se queda en un callejón sin salida, y poco a poco va cayendo en el olvido. 


María sosteniendo una foto de su nieto

El caso en la actualidad

La abuela de Juan Pedro murió sin saber que le pasó a su nieto. "De alguna forma también murió aquel día. Nunca dejó de llorar. Amanece llorando y se duerme llorando" Juan García. Para la Interpol el caso aún sigue abierto, y la familia aún mantiene la esperanza de encontrarlo o que haya un indicio que les pueda aclarar lo que ocurrió.



Sin duda un a desaparición tan enigmática como misteriosa.

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